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Nos cuidamos la espalda 4.3 (6)

Versión completa del artículo y los testimonios de los participantes.

Nos cuidamos la espalda

La generación 2019 de una de las certificaciones que ofrece Liedtke Coaching School -LCS-, fue dividida en 3 comunidades, la nuestra estuvo integrada por 7 alumnos (César – quien al mes decidió salir del proceso -, Christine -participando desde Osorno-, Marianne, Daniela, Gonzalo, Leonardo y Carolina).
La metodología indicaba que la penúltima acción del proceso de certificación sería un mini taller para personas cercanas a cada uno de nosotros (familiares, amigos, colegas, gente de empresas, etc.); con el fin que dicha acción fuese semejante a un laboratorio de aprendizaje, del cual destacar aquello que funcionó y lo que podría corregirse, desde las intervenciones individuales, grupales y la logística.

La coordinación del evento contó con la participación del equipo completo y finalmente, transcurrida la presentación, tanto el equipo como la supervisión, calificamos el resultado con muy buena nota.

Para la semana siguiente estaba coordinada la última acción del proceso de certificación, consistente en un mini taller de 5 horas a una importante empresa del sector logístico -de más de 800 colaboradores-, cuya audiencia para el taller se preveía en 20 personas, de distintas áreas, desde cargos gerenciales hasta jefaturas.

Los hechos.

Días atrás habíamos visitado la empresa para observar la sala donde se desarrollaría el taller y así conocer con que recursos contábamos; y el día previo, miércoles a las 18.30 horas, comenzamos con el chequeo final de la coordinación del evento; ¿cada uno tenía listo lo que le tocaba aportar?

Cuadernos, lápices, presentación audiovisual, material impreso y los recursos de cada una de las dinámicas grupales que propondríamos a la audiencia, entre una cantidad numerosa de aspectos que teníamos que cubrir. Una vez más todo el equipo participó de los preparativos, estaba todo previsto, todo chequeado y disponible, todos felices y tranquilos.

Sin embargo, media hora después, a las 19 hs, nos llega un mensaje por WhatsApp en el que una integrante de la comunidad nos informaba que se bajaba de la certificación, por lo tanto, se ausentaría el día siguiente. Asimismo, informaba que minutos previos había comunicado su decisión a uno de los directores de la escuela. Ese fue el mensaje, ese fue todo el mensaje.

Aquella coordinación precisa se convirtió en incertidumbre y nuestra tranquilidad se convirtió en alarma y preocupación horas previas al taller, muy pocas horas antes.

Estaba en el parque con mis perros y Daniela me llamó al celular, después de hacer una muy breve catarsis nos focalizamos en lo importante (al otro día teníamos el compromiso de realizar un taller en una empresa), de modo que repasamos las distintas herramientas de la certificación, con la convicción que alguna de ellas nos ayudaría a enfrentar la situación.

Rato después hablamos más de media hora con Gonzalo y entre los 3 repasamos la coordinación general, especialmente aquello que estaba a cargo de Carolina, para luego reasignar a cada uno de nosotros.
Lo que un par de horas antes estaba listo, dos horas después ya no lo estaba.

Una de las dinámicas de grupo necesitaba mapas impresos, cuyo archivo original no teníamos como así tampoco las impresiones, a esto sumarle otros recursos que nos faltaban …y sí…el reloj, era nuestro principal enemigo. Pasadas las 10 de la noche estábamos en internet buscando mapas semejantes a los que ya no teníamos (no los encontramos por lo tanto los trazamos desde cero) y ocupándonos de resolver cada punto ahora pendiente.

Simultáneamente, Marianne, estaba en pleno coloquio de práctica con su grupo externo de trabajo, de modo que había que avanzar y decidir sin su opinión, no obstante semanas atrás nos había comentado que el tema asignado a Carolina, era el de su preferencia y que le hubiese encantado que, en el sorteo de temas, aquel le tocara en suerte.

Pasadas las 23 hs logramos comunicarnos con ella, expusimos la situación y nos respondió que se haría cargo de su tema y además del tema “huérfano”, con el compromiso del resto de los integrantes que seríamos soporte y complemento activo de su exposición.
Las horas previas al taller que eran para descansar se convirtieron en horas movidas, pasamos del tener todo listo en tiempo y forma a la incertidumbre, horas de coordinación de nuevas acciones, de nueva toma de decisiones, adaptación, cambio, en fin, lo que sucede en las empresas todos los días, la vida misma.

El propósito para el día de la presentación era “dejar los colores de la escuela en alto y cuidar a los asistentes” sumado a que, tiempo atrás, habíamos elegido la frase “nos cuidamos la espalda” como guía de nuestra comunidad.

Cuento corto, el taller salió redondo; si bien cada uno conocía en mayor profundidad su tema, la metodología de la escuela indica que teníamos que conocer el contenido total, esto permitió que apoyáramos a Marianne en su tema “heredado” y además generó que dicha dinámica se trasladara a las otras presentaciones, por lo tanto, el resto facilitamos nuestros temas con la intervención y participación de todos.

Problema imprevisto a último momento, incertidumbre, tiempo escaso, nervios, crisis y también compromiso, confianza, compasión, gestión de la tensión, aplicación de las herramientas aprendidas, abrazar el cambio, adaptación, decisiones rápidas, hacernos cargo, trabajo en equipo, y dado que estas distinciones se practicaron, el propósito de cuidar a la escuela y a los asistentes, quedó cumplido.

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Testimonios sobre como lo vivió cada integrante del equipo.

EL COMPROMISO… ¿UNA PROMESA?

Cuando ocurren cosas inesperadas o también llamados “quiebres”, desde el vocablo del Coaching, suceden automáticamente una serie de eventos que nos llevan a tomar decisiones y/o asumir este nuevo espacio de cambio con diferentes reacciones.
“El Quiebre” es un evento que nos saca de la transparencia, siendo ésta la que nos hace vivir medianamente tranquilos al suponer que todo debe seguir fluyendo tal y como está, sin pensar mayormente en que es de esta forma y no de otra, es muy similar a realizar movimientos básicos; caminar, hablar, etc. los que de no ser por algo imprevisto, debiesen seguir sucediendo.

Parte de estas acciones en un quiebre declarado es una reacción automática de generar conversaciones internas, tratando de sopesar, calcular, reprochar o bien proyectar el evento en el futuro…, preguntas como “¿Por qué a mí?”, “¡¡cómo no me di cuenta!!”, “por mi Culpa”, “¿Qué voy a hacer ahora?”… etc… ¿Se entiende no?. Pues bien… lo que les voy a relatar hoy va en relación con mis reflexiones respecto del quiebre sucedido el día previo a nuestra exposición final del proyecto de Coaching Organizacional, donde uno de nuestros integrantes de nuestro ya mermado equipo (de 6 ya quedábamos solo 5) decidió abandonar la presentación horas antes y en consecuencia renunciar también a la certificación de nuestra Escuela.

Las conversaciones que hasta hoy, ya pasados algunos años de este evento me hago y las cuales me han servido como experiencia para afrontar futuros procesos grupales o proyectos en equipo son en general enfocadas a transparentar o visibilizar cuál es el grado de importancia y compromiso que cada uno del equipo tiene respecto de la tarea, proyecto o desafío a lograr.

Desde el Coaching, “La promesa” es componente de “Los actos del Habla” y ¿por qué me refiero particularmente a ella al recordar este evento? Es simplemente porque este acto del habla tiene la particularidad de modificar el futuro. Cuando en el Coaching se habla de que “el lenguaje crea realidad”, es precisamente por actos como este, hay que comentar que no es solo el único, sino más bien el que resuena para mí en este relato.

Como les decía, el acto de establecer una promesa permite a los que se adscriben a ella, el poder establecer otras promesas con otras personas y/o tiempos, poder coordinar acciones con “otros” de una manera fluida y de esta forma, establecer ciertas acciones conjuntas o bien individuales en pos de lograr un objetivo grupal. Sin embargo, cuando establecemos la promesa grupal, ¿estamos todos al mismo nivel respecto de la importancia que cada uno del equipo le otorga a este acto del habla? ¿Cómo podemos estar seguros de que cada uno del equipo entiende el grado de compromiso que genera este acto en los demás del equipo?

Estas son las preguntas que hasta hoy tengo muy presente a la hora de establecer una promesa grupal o bien individual en relación al otro, ya que, si respeto mis acuerdos o promesas, existe otro que puede esperar y confiar en mi compromiso y acciones prometidas que nos llevarán al final de este camino llamado desafío como solo UNO.

La cadena de compromisos o promesas que desencadena solo una promesa es un efecto dominó que es muy difícil de dimensionar, es un red de futuras acciones que no necesariamente tienen relación con las personas que pertenecen al grupo, cada uno del equipo realiza sus propias promesas personales para poder cumplir con “La Promesa” establecida al equipo; como por ejemplo coordinaciones familiares que permiten disponer del tiempo de preparar una acción o resultado, el compromiso en este caso con la organización que nos recibe, el lugar donde se realiza el evento, cada uno deja de disponer de tiempos con “otros” regalando este tiempo al equipo… etc., etc… pudiendo seguir así enumerando promesas desde las más importantes a las que parecen ser irrelevantes pero que hacen depender el éxito de la primera promesa establecida, la cual tiene condiciones de satisfacción claramente establecidas para poder darse por cumplida.

Entonces, volviendo al fenómeno de que uno de nuestros integrantes haya decidido abandonar a horas de nuestra “Primera Promesa” su propio compromiso adquirido con nosotros y su escuela, me hizo reflexionar por mucho tiempo de cual fue para este personaje “XX” la importancia de su promesa, ¿fue su promesa así de importante como lo fue para mí? ¿Fue esta promesa igual para todos? ¿Qué tan importante éramos nosotros “El Equipo” frente a sus propias motivaciones que lo(a) hicieron salir? ¿Cómo poder chequear a futuro las posibles diferencias de importancia de un integrante del equipo y qué hacer con ello?, al parecer juzgo que no fueron lo suficientemente potentes sus promesas al equipo, ya que tampoco recibimos un mensaje claro del porqué de su salida tan abrupta, tampoco una preocupación de salir del compromiso ofreciendo llevar y cerrar sus acciones que tenía a cargo, entregar los materiales, ofrecer su ayuda en cualquier cosa necesaria para darle continuidad a “La promesa”, al menos para mí fue un golpe duro a la confianza depositada en el equipo y en cada uno de nosotros, pero respecto de la confianza, la cual da para largo, hablaremos en otra oportunidad.

Me quedo con la resiliencia del equipo, el cual fue capaz de abordar un quiebre tan abrupto y poder sobrellevar con éxito la promesa de nuestro equipo, dejando en alto el nombre de nuestra escuela LCS Liedtke Coaching School y el de nuestro equipo.
Felicito a los que fueron capaces de sostener el compromiso pactado y sobrellevar con éxito el trabajo y acciones de los que no pudieron hacerlo.

Gonzalo Ubilla Cavada
Coach Organizacional Integral Coach Ontológico

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¿CÓMO TOMAS DECISIONES EN MINUTOS DE INCERTIDUMBRE?

¿Cómo sería el liderazgo si tomáramos decisiones teniendo como base la confianza? ¿Cómo sería el trabajo en equipo, si ante situaciones demandantes, tomáramos decisiones teniendo como base la confianza?

El 2019 estaba estudiando para certificarme como coach organizacional, para este proceso nos dividieron en 3 grupos, el mío integrado por Leonardo, César, Carolina, Daniela, Gonzalo y yo (Marianne). De entre mis seis compañeros, yo era la más primeriza en términos organizacionales, pues provenía de un mundo artístico con luces y escenarios de magia.

En el proceso, mi grupo comenzó a vivir momentos de storming, situación normal cuando un grupo se conforma y pasa a ser un equipo, sin embargo lo que no esperábamos, o al menos yo no esperaba, era que César decidiera dejar de seguir este proceso junto a nosotros. Cuando ocurrió esto, comencé a vivir una situación insatisfactoria debido a que no tenía certeza y/o seguridad de que alguien más se retractara de continuar. Hay que tomar en cuenta que durante la certificación teníamos la responsabilidad de hacer facilitaciones a un grupo de personas, y luego a un equipo en alguna empresa. Era una responsabilidad muy grande por parte de la escuela que nos guiaba, como también por parte de nosotros… debíamos poder transmitir confianza ante este equipo, ante esta nueva información que íbamos a mostrarles.

La noche antes de que realizáramos la facilitación a esta importante empresa de logística, Carolina sin dar previo aviso y solo informando por medio de WhatsApp, se retiraba de la certificación. El tema que a ella le tocaba facilitar estaba ahora sin quien los mostrara…

En el minuto que ocurrió todo esto, yo me encontraba haciendo mi tercer coloquio, el cual estaba siendo observado por mi coach mentor, por tanto enterarme de esto me produjo aun más presión pues había que resolver en cuestión de horas que hacer.

¿Cuáles serían los pasos a seguir? ¿Qué decisión era la más acertada?

Como dice el método de Lencioni, la confianza es la base de cualquier relación o situación, y lo indispensable para tener resultados de equipos de alto rendimiento.

¿Existía realmente la confianza necesaria para solucionar como equipo este conflicto que estábamos viviendo?

¿Como saber si esa confianza era certera y tangible, no tan sólo una intuición o sentimiento? ¿Cómo sería posible que a partir de la confianza tomáramos decisiones que serían decisivas para nuestra certificación?

Por supuesto era posible y hoy lo veo, pues la confianza no sólo se conforma de ese sentimiento o intuición, la confianza tiene pilares, y a partir de estos podemos tomar decisiones de manera más responsable.

Estos son los 4 pilares de la confianza:

1) Sinceridad: Es la buena intención de hacer las cosas bien. Hay coherencia en lo que se dice y hacer externamente.

2) Confiabilidad: El pasado demuestra que se puede confiar, en donde se verá con claridad si cumple sus promesas o compromisos. Es la historia de la persona u organización.

3) Competencia: Tiene la experiencia o habilidad para ejercer un rol o realizar una actividad.

4) Involucramiento: Cuan involucrado esta con lo que se hace. Es el compromiso de la tarea a realizar. A mayor involucramiento hay más confianza.

Era tanto mi involucramiento y sinceridad ante la situación que estábamos viviendo como equipo, que decidí tomar uno de los temas de Carolina.

Al día siguiente me tocaba partir a mi, era la primera, tenía que arrancar la facilitación. Sin embargo me paralicé, no supe que hacer, y utilizando esa misma confianza que mi equipo puso en mi cuando decidí hacerme cargo de uno de los temas, mire a Gonzalo y traspasé esa responsabilidad entregando el lápiz y mencionando que él nos mostraría el modelo de el OBSERVADOR.

Ahora luego de dos años, ya certificada y con experiencia, observo que Gonzalo tenía el pilar de la competencia más desarrollado que yo, había más confiabilidad ante su pasado, y que eso esta bien también.

Los equipos de alto rendimiento están para cuidarse la espalda, y así hicimos entre Leonardo, Daniela, Gonzalo y yo.

Y tu equipo, ¿Cómo está tomando esas decisiones en minutos de incertidumbre?.

Marianne Eneros
Coach Organizacional Integral

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APRENDIENDO DE LAS CRISIS

Recuerdo perfectamente esa crisis de equipo que tuvimos como equipo, un equipo que no se conocía en profundidad y era un evento importante el que teníamos, ya que de eso dependía la aprobación o repruebo de la certificación.

Durante el curso habíamos visto muchas herramientas para utilizar en casos de crisis o de necesidad de cambio, analizamos lo que se vive al interior de un equipo de trabajo cuando hay crisis, sin embargo, nunca pensamos que lo tendríamos que vivenciar, ya que éramos un equipo que teníamos aparentemente todo armado y resuelto para esa presentación, por lo que cuando una de nuestras integrantes nos notifica que no participaría del taller horas antes del mismo, se sintió por un momento como la explosión de una bomba, ya que nos paralizamos, nos enojamos, nos asustamos antes de recomponernos y decidir hacernos cargo.

El hacernos cargo de este cambio de planes generó que afloraran distintas conductas y herramientas que cada uno poseía desde su personalidad, sin embargo, todos optamos por enfrentar la situación y hacernos cargo, apagamos la queja y el enojo que teníamos en nuestra cabeza y decidimos dejarla para después, ya que en ese momento sólo nos obstaculizaba más la consecución del objetivo, que era presentar el taller, y lograr traspasar los conocimientos adquiridos durante seis meses a los asistentes en un periodo de 5 horas, y ahora debíamos sumar el que nadie se entere de la crisis que tuvimos que enfrentar y resolver horas antes del mismo.

Si bien esta crisis nos hizo enfrentar alguno de nuestros peores miedos, como todas las crisis, también nos empujó a salir de nuestra zona de confort y a adaptarnos, y a confiar en cada uno de los restantes integrantes de este equipo, el cual por cierto funcionó de manera espléndida, el taller fue todo un éxito, los asistentes nunca se enteraron que mucha de la planificación fue hecha sobre la marcha y sobre todo conseguimos un objetivo que estaba oculto, que fue adaptarnos rápidamente y salir victoriosos de aquello.

Es importante cuando enfrentamos situaciones adversas o crisis que a pesar de vivirlas con incomodidad, encontremos el valor de la misma, la enseñanza o el aprendizaje, de manera tal que seamos capaces de adaptarnos y verla como una oportunidad de crecimiento.

Daniela Bulnes
Coach Organizacional Integral Abogada

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LUCIDEZ

El relato sobre como viví la experiencia está centrado desde que llegó el mensaje por WhatsApp -pasadas las 19 hs- hasta el momento que hablamos con Marianne -más allá de las 23 hs- (es decir, las horas previas al taller que comenzaba al día siguiente a las 9 de la mañana).

Tomaré como guía dos historias que aplico en la vida y en la vida organizacional, en aquellos momentos de crisis, dificultades, desorientación y “viento en contra”.

La primera refiere a una de las tantas y memorables frases que Fernando Parrado nos ha regalado en sus múltiples conferencias y libros, a propósito de las enseñanzas que le dejó el accidente del avión de la fuerza aérea uruguaya en el Cerro El Sosneado en octubre de 1972:

“La lección más grande que aprendí tuvo que ver con la toma de decisiones. Ninguna decisión me lleva más de 30 segundos y a veces no son las más acertadas. Tomar decisiones rápidamente es una gran virtud. Virtud que los empresarios de hoy, inmersos en un mundo competitivo, requieren cada día más”.

Salvando las enormes distancias que existen entre una crisis donde está en juego la vida y la crisis (coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable) o dificultades de último minuto que nos tocó a nosotros, destaco lo vital que representa aprender la habilidad y competencia de tomar decisiones rápidas cuando Cronos es desfavorable…tic…tac… tic… tac…

A Parrado y el resto de los chicos les iba la vida. En cambio nosotros teníamos que facilitar un taller donde la realidad cambió en segundos, de modo que surgieron nuevas preguntas:

¿Cuál es nuestro propósito?
¿Cuál es nuestra situación? Aquí y ahora.
¿Qué resultado queremos, qué tenemos y qué nos falta?
¿Qué hacemos con lo que tenemos?
¿Cuáles son nuestras dificultades? Las reales, no las imaginarias.
¿Qué camino elegimos? ¿Nos convertimos en víctimas o protagonistas? ¿Cuál es nuestro nuevo plan? ¿Qué? ¿Cómo?
¿Qué habilidades y competencias poseemos para superar el obstáculo? ¿Qué haríamos si pudiésemos comenzar desde 0?
¿Qué es lo peor que podría pasar?

La esencia del taller la habíamos construido sobre varias de las preguntas precedentes, de modo que las respuestas no se modificaron; pero en función de los hechos surgieron nuevas preguntas, que, naturalmente, requerían respuestas y decisiones, por lo tanto, las resolvimos ahí mismo. Paralizarnos y lamentarnos no era opción, nos movimos ligero, rápido, avanzamos, como lo hizo Parrado.

 

La segunda historia involucra el concepto de lucidez a través de una frase del técnico de vóley Julio Velasco (designado el mejor entrenador de vóley del siglo XX, dos títulos mundiales y una medalla olímpica dirigiendo a la selección de Italia): “Hay que tener en claro lo que hay que hacer en cada momento”.

Veamos el concepto de lucidez con un ejemplo futbolístico.
Supongamos que termina el primer tiempo y el equipo A va ganando 1 a 0, consecuencia de un fútbol inteligente y práctico.         A mitad de la segunda parte le empatan y sobre el final le anotan el segundo gol, finalmente pierde el partido.
Buscando las causas sobre la derrota el técnico destaca: “En el segundo tiempo no marcamos donde había que hacerlo, nos olvidamos de los relevos, no presionamos, entregamos la pelota al rival, nos replegamos y olvidamos de contra atacar, realizamos faltas cercanas al área estando los delanteros rivales de espaldas al arco, nos enloquecimos, no nos hablamos, en los lapsos que recuperábamos la pelota jugamos vistoso pero apurados cuando lo adecuado era jugar lento y mantener el balón, jugamos sólo con las piernas y dejamos de jugar con cabeza fría.”

“Por momentos se puede jugar vistoso, por momentos jugar feo, en otros es adecuado mandar la pelota a la tribuna, en otros es la pelota la que tiene que correr, por momentos tiene que primar la paciencia y esperar lo espacios libres que deja el rival para habilitar a los delanteros ….nada de esto lo visualizamos ni corregimos durante el segundo tiempo, perdimos lucidez.”

Regresando a nuestra experiencia, nos tomamos breves minutos para hacer catarsis e inmediatamente después avanzamos;     no había tiempo para lamentarnos, quejarnos, reprochar, juzgar, auto compadecernos, o el clásico culpar al juez, señalar al VAR, a la mala suerte, que la cancha estaba embarrada y el viento soplaba en contra, o solicitar cambio de fecha del taller o buscar un sin fin de explicaciones, ¿cuál sería el aporte? ¿para qué?.

El agua no conoce de obstáculos, los pasa por el costado o por encima; nosotros “bajamos la pelota al piso”, nos hicimos cargo, aplicamos pensamiento crítico, obtuvimos la mayoría de los recursos que nos faltaban (algunos nos faltaron, pero fuimos creativos y hasta improvisamos), decidimos rápido, ejecutamos y resolvimos las dificultades…cabeza fría…lucidez.

“Hay que tener en claro lo que hay que hacer en cada momento”.

 

Leonardo Merlo

Coach Ontológico
Coach Organizacional
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Alimentación y salud mental 5 (4)

La alimentación saludable trae beneficios, no solo para la salud física, sino también para la salud mental. Se ha observado que la forma de alimentarse puede ser un factor que contribuye a la morbilidad psiquiátrica, y que la prevención o el tratamiento de los trastornos psiquiátricos podrían abordarse también a través de la alimentación.

Existen determinados factores que relacionan a la nutrición con los procesos cerebrales, ellos son:
• La importancia de los nutrientes en la formación y la función cerebral.
• El elevado gasto energético que requiere la actividad cerebral.
• El eje intestino-cerebro.
• La capacidad antiinflamatoria y proinflamatoria de algunos nutrientes, y la consecuencia de la neuroinflamación en la pérdida de salud mental.

El cerebro humano demanda una gran proporción de la energía del organismo y es muy sensible a carencias nutricionales, afectando su desarrollo y funciones de forma significativa, y en consecuencia la cognición y la salud mental de las personas.
Un estudio de la Fundación para la Investigación Nutricional, relacionó la nutrición y los procesos cognitivos, así como la interacción entre las emociones y los hábitos alimentarios. Se observó que los niños de 4 años que presentaban dificultades en su alimentación, tanto por déficit como por exceso, rendían peor en las escalas lingüísticas, motora, afectivo-social y en la puntuación total del test psicológico (Rodríguez et. Al, 2008). Los resultados del estudio KrecePlus (Serra Majem, Rodríguez Santos, et. Al, 2003) mostraron una relación significativa entre sobrepeso y las dificultades en el desarrollo psicológico, así como una correlación con la ansiedad y la depresión.
Asimismo, existe una estrecha relación entre el cerebro y el tubo digestivo, concretamente con la microbiota intestinal, que son los microorganismos que habitan el intestino, esta conexión bidireccional es llamada “eje intestino-cerebro”. La perturbación de la estructura normal de la microbiota (disbiosis) se ha asociado a trastornos de depresión, ansiedad, esquizofrenia, autismo, entre otros. Por lo que una alimentación saludable, que incluya probióticos y prebióticos, es fundamental para mantener la relación entre la integridad de la microbiota y la salud mental.

Nutrientes que favorecen la salud mental:
Para la formación y funcionamiento cerebral, es necesario consumir alimentos que aporten los siguientes nutrientes:Carbohidratos de absorción lenta:
El cerebro utiliza glucosa como su principal combustible. Si hay un desequilibrio en su aporte, puede provocar cansancio, irritabilidad, insomnio, falta de memoria, falta de concentración y síntomas depresivos. Pero cabe aclarar, que no es necesario el consumo excesivo de hidratos de carbono y que algunos carbohidratos son mejores que otros como fuente de energía.
Los hidratos de carbono adecuados para favorecer el funcionamiento cerebral son aquellos de liberación lenta, como los carbohidratos complejos presentes en cereales integrales (arroz integral, fideos integrales, harinas integrales y sus derivados, avena), pseudocereales (quínoa, amaranto), legumbres (porotos, garbanzos, lentejas, habas, soja, arvejas), frutos secos (nueces, almendras, pistachos, castañas) y vegetales, o los carbohidratos simples como los de la fruta.
Todos ellos tardan más en digerirse que los carbohidratos refinados presentes en azúcar, arroz blanco, harinas refinadas y todos los alimentos que los contienen, los cuales potencian la inflamación crónica.

Ácidos grasos Omega 3:
El omega 3 es un ácido graso esencial, significa que el organismo no lo puede sintetizar, por lo que debe ser ingerido a través de la alimentación.
Es fundamental para el desarrollo, estructura y mantenimiento del sistema nervioso central, además por su función antinflamatoria, tienen un importante rol en los procesos de neuroinflamación.
Asimismo, se ha demostrado que existe depresión en el embarazo y postparto asociada a la disminución de ácidos grasos omega 3 y que la inclusión de alimentos ricos en este ácido graso y la suplementación, es eficaz como prevención y tratamiento de la depresión materna, además de ser beneficiosa para el desarrollo cerebral del bebé.
La alimentación occidental es deficiente en grasas omega 3, por lo que se recomienda aumentar el consumo de pescados grasos (salmón, atún, sardina, arenque, caballa), nueces, semillas de lino y chía molidas en el momento, aceite de lino, aceite de chía y aceite de canola.

Aminoácidos:
Son las unidades básicas que forman las proteínas y en lo que refiere a la salud mental tienen un importante rol en la síntesis de neurotransmisores, cuya función es transportar información desde una neurona a otra.
Aminoácidos como el triptófano y la tirosina actúan como precursores de algunos de los neurotransmisores más importantes.
El triptófano es precursor del neurotransmisor serotonina, cuya función es regular el balance emocional, sociabilidad, libido y sueño. Su déficit se asocia a mayor probabilidad de depresión, ansiedad, impulsividad, falta de deseo sexual, insomnio y trastornos alimentarios. Este aminoácido se encuentra en alimentos de origen animal y vegetal (soja, quínoa, amaranto, cereales integrales, banana, palta, nueces, semillas, entre otros).
La tirosina es precursor de los neurotransmisores dopamina, adrenalina y noradrenalina. El primero interviene en el control de impulsos, placer, motivación, determinación e instinto y su déficit podría asociarse al consumo problemático de sustancias, decaimiento y apatía.
Los neurotransmisores adrenalina y noradrenalina intervienen en la memoria, la velocidad de pensamiento, el estado de ánimo y la alerta, mientras que su déficit podría asociarse a la depresión, apatía, inactividad, bajo rendimiento y Alzheimer.
La principal fuente alimentaria de la tirosina son los alimentos de origen animal, cereales integrales, pseudocereales, legumbres, entre otros.

Vitaminas y minerales:
Vitaminas del complejo B:
Todas las vitaminas de este grupo tienen un papel fundamental en la salud mental. A destacar, la deficiencia de vitamina B6 y B12 causa pérdida de memoria y depresión, así mismo, la deficiencia de ácido fólico se asocia con malformaciones de tubo neural, trastornos depresivos, confusión, demencia e irritabilidad.
La B6 se encuentra en los garbanzos, pistachos, banana, papa y cereales fortificados.
La B12 está presente en los alimentos de origen animal y alimentos fortificados.
El ácido fólico se encuentra en vegetales de color verde oscuro, legumbres y alimentos fortificados.
Vitamina C:
Ayuda a mantener el equilibrio de los neurotransmisores y su déficit se asocia a depresión y psicosis.
Se encuentra en limones, naranjas, mandarinas, frutillas, pomelo, kiwi, tomate, morrones, apio, entre otros.

Calcio:
Su carencia puede provocar síntomas de ansiedad, irritabilidad y agresividad.
Está presente en los vegetales de hoja verde oscuro bajos en oxalatos como el brócoli, kale, col china, rúcula, en lácteos, legumbres, frutos secos, semillas, alimentos fortificados, entre otros.
Magnesio:
Su déficit presenta síntomas similares al déficit de calcio.
Se encuentra en frutos secos, cereales integrales, pseudocereales, semillas, legumbres, frutas, verduras, cacao, entre otros.
Hierro:
La disminución en la biodisponibilidad de hierro en el cerebro afecta la producción de neurotransmisores, así como las funciones cognitivas de memoria y aprendizaje.
Está presente en carnes, huevo, legumbres, vegetales de hoja verde oscura, alimentos fortificados, entre otros.
Zinc:
Su carencia se ha asociado con la depresión, confusión, falta de motivación y de concentración.
Son alimentos fuente de zinc los quesos, carnes, legumbres, germen y salvado de trigo, arroz integral, avena, semillas de calabaza, entre otros.

Antioxidantes:
Alimentos ricos en flavonoides, específicamente flavonas y antocianinas, presentes en las frutillas, arándanos, naranjas, manzanas, apio y morones, muestran un efecto protector ante el deterioro cognitivo.

Alimentos y sustancias que perjudican la salud mental:
Carbohidratos de absorción rápida:
A mayor ingesta de carbohidratos refinados, se presenta mayor dificultad para mantener niveles sanguíneos de glucosa sostenidos, provocando un menor cociente de inteligencia, agresividad, ansiedad, hiperactividad, déficit de atención, depresión, trastornos de la alimentación y cansancio.
Asimismo, niveles de glucosa por encima del umbral máximo se asocia a la neuroinflamación.
Los carbohidratos refinados se encuentran en el azúcar, harinas refinadas y sus derivados, productos ultraprocesados (gaseosas, jugos de caja, golosinas, galletitas, alfajores, etc.), entre otros.

Alcohol:
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una relación causal entre el consumo nocivo de alcohol y una serie de trastornos mentales y comportamentales.

Estimulantes:
Existe una asociación entre el consumo elevado de café y la presencia de ansiedad, estrés y depresión. El café, además de cafeína contiene otros estimulantes como la teofilina y la teobromina que pueden alterar los patrones de sueño.
El té negro contiene aproximadamente la misma cantidad de cafeína que el café, por lo que resulta igualmente estimulante.
Las bebidas sabor cola y energéticas contienen altas concentraciones de cafeína y generalmente exceso de azúcar por lo que su efecto estimulante también es importante.
El mate, también es considerado una bebida estimulante por su concentración de cafeína.
El chocolate contiene teobromina y cafeína, además, muchos contienen exceso de azúcar, lo que lo hace aún más estimulante y dañino. Sin embargo, a diferencia de los chocolates con baja concentración de cacao, se ha relacionado el consumo de chocolate negro con 70% o más de cacao, con la mejora de la función cognitiva.

Por lo tanto, se recomienda aumentar la ingesta de los alimentos que favorecen la salud mental y evitar o moderar el consumo de aquellos que la perjudican.
Además de considerar la calidad nutricional de los alimentos, también es importante ordenar los horarios de las comidas, realizar actividad física y descansar lo suficiente para el cuidado de la salud mental.

 

Redes sociales, nuevas tecnologías y adicción. 0 (0)

En los tiempos que corren, abrir los ojos una sola vez en la mañana e iniciar el día desde una noche de sueño reparador    (para lo cual hay ciertas condiciones ) es cada vez más difícil…la mayoría de la gente – incluidos chicos y chicas desde aproximadamente, los 10 años de edad ! – no despierta en la mañana en una secuencia ordenada y una sola vez, sino que se describen múltiples “despertares parciales” durante la noche, interrupciones de la ensoñación (es decir cuando se está en medio de un sueño) muchas veces abruptas porque llegan mensajes o correos durante la noche y el celular “avisa” de ello o – lo más preocupante- por un problema descrito como algo “interno” y además crónico, algo así como “una dificultad constante para desconectarse”, una ansiedad y alerta permanentes casi imposibles de disminuir, la que muchas veces les impide hasta conciliar el sueño, o una vez dormidos, los lleva a chequear una y otra vez si hay algún cambio de estado en el muro de alguien, o si les han llegado determinadas actualizaciones, incluso si conscientemente se han propuesto no hacerlo. La mayoría reporta dormir poco y dormir mal… y se describe poder lograr “enganchar con el sueño” solamente cuando faltan solo un par de horas para que suene la alarma “oficial” o se encienda el tv para despertarlos e iniciar la jornada laboral o escolar. La palabra “enganche” aquí parece crucial. Veamos, ¿en qué consiste “enganchar” o poder “desengancharse”?¿ A que cosas nos enganchamos, por qué y cómo ?

 

A nivel emocional la mayoría de las personas tenemos una comprensión intuitiva acerca de que significa “enganchar”, “quedarse pegado”: en buenas cuentas, priorizar y destinar recursos corporales emocionales y mentales a algo y “permanecer en ese algo” (actividad, sentimiento o conducta)… Si lo vemos así, en sí mismo no es algo inadecuado. Que tus alumnos se “enganchen” con tu clase es el sueño de cualquier profesor. Pero el “enganche” también necesita un “des- enganche”. En mundo es una colección diversa de estímulos y sucesos y la supervivencia y adaptación al cambio es la capacidad de cambiar, de modificar estados y que a su vez que duren “lo suficiente” y no quedarnos sin poder “des- engarcharnos” de ellos y perdernos el resto de la realidad. El equilibrio entre “enganche” y “des- enganche” entonces, es lo que filosóficamente podríamos llamar “libertad”… ser libres es poder lograr la capacidad de pasar de un estado a otro de manera “voluntaria” y consciente. ¿Es eso posible? ¿cuáles son las bases que lo permiten?.

El “enganche” tiene una poderosa base fisiológica que nos acompaña desde el inicio de los tiempos y que ha tenido un papel central en la supervivencia de nuestra especie, pero es en el equilibrio de los mecanismos que lo sustentan que se cimienta nuestra posibilidad de comportarnos y sentirnos libres. La relación entre los mecanismos de tipo interno y el efecto que sobre ellos nos producen los acontecimientos que nos rodean, es la base de este equilibrio. Lamentablemente, nuestros actuales estilos de vida están haciendo cada vez más difícil la mantención de este equilibrio y a consecuencia de ello, el “enganche” supera ampliamente a su contraparte.

 

Las secuelas de este desequilibrio tienden a generar huellas biológicas que predisponen al organismo a buscar constantemente el “enganche” en diversas interacciones que la persona tiene normalmente en su vida (como la alimentación, consumo de cualquier sustancia, relaciones personales, búsqueda de nueva información) orientándolo a que disponga recursos para esa búsqueda por sobre otros aspectos de la vida.

 

El efecto bioquímico de satisfacción de momentánea “alivio” al acceder a lo que me produce el “enganche” es cada vez de menor duración e incluso intensidad, lo que hace entrar en un ciclo de “enganche” ya no directamente con lo que me he “enganchado”, sino con la búsqueda en si misma del logro de la satisfacción producida por el “enganche” , que es de lo que ya no me puedo “des – enganchar”. A la cronificación de esa imposibilidad fisiológica de “des- engancharse” se le ha llamado Adicción.

 

En esencia ¿que produce ese “enganche”? ¨Para entender esto, vamos a centrarnos en la noción de “Homeostasis Dopaminérgica” que en esencia nos dice que cuando de manera frecuente “inundamos” nuestros organismos con demasiada dopamina, al pasar el tiempo este hace “ajustes moleculares” a los receptores de dopamina que se encuentran en nuestros cerebros y eso compromete la capacidad de estos para que el efecto de la dopamina siga siendo el mismo, necesitándose destinar recursos corporales, emocionales y hasta cognitivos para la búsqueda de situaciones que nos expongan a lograr mayores niveles de Dopamina para volver a causarnos un efecto y así sucesivamente, lo que cronifica la situación.

 

Vivimos en un mundo donde los estilos de vida socialmente aceptados y propiciados por las campañas de marketing por ejemplo – y sustentados en el análisis de nuestra interacciones digitales por parte de algoritmos que logran reconocer nuestros gustos y debilidades y generar una burbuja de enganche para guiar nuestro consumo por ejemplo  – son un factor de riesgo para todos. ¿Significa eso que la vida cotidiana hoy nos llevaría directamente a la adición? ¿la revisión de novedades publicadas por nuestro contactos en Twitter o Instagram nos está llevando al consumo de drogas?. Para responder esto hay que aclarar que a su vez qué, como todos los sistemas de este planeta, somos Sistemas Complejos, y en nuestro cambio y existencia se involucran Factores Precipitadores y Factores Moduladores.

 

Estamos constituidos por dimensiones interactuantes (lo que le pasa a nuestro cuerpo afecta nuestro estado “mental” y viceversa, las emociones afectan nuestro organismo y el dolor físico afecta por ejemplo a nuestras emociones) que además reciben influencias sobre nuestro medio ambiente e influyen sobre él, convirtiendo a nuestro actuar personal, en un factor medio ambiental de las otras personas.

 

Entonces, si bien entonces la Dopamina (y el equilibrio de los mecanismos que modulan su rol) está a la base de conductas que podrían calificarse como adictivas, la situación es más compleja. Sabemos que la Dopamina es un Neurotransmisor producido por el propio organismo, que produce efectos en diversas partes del sistema nervioso, incluyendo su función como neurohormona liberada por el hipotálamo, desempeñando un importante rol en la cognición, la actividad motora (participa de los mecanismos que al alterarse están involucrados en la enfermedad de Parkinson), el sueño, la atención y el aprendizaje, ello desde su crucial función a la base de la motivación y la recompensa, afectando de manera directa nuestra conducta.

 

Conocidos son los ya clásicos experimentos de condicionamiento con animales, donde pueden observarse que las respuestas físicas de las neuronas dopaminérgicas que normalmente se presentan frente a recompensas inesperadas (estímulos incondicionados) se trasladan a otros estímulos (condicionados) después de repetir una asociación mediada por recompensa. Como seres humanos, podemos exhibir ciertos condicionamientos funcionales que son un ahorro de energía y recursos: como cerrar la puerta sin pensar, hacer los cambios al manejar o recordar las tablas de multiplicar, que nos ahorran tiempo y energía pero que no son suficientes por si mismos para llevar a cabo todos los niveles involucrados en las tareas que desarrollamos. Por ejemplo recordar las tablas (aprenderlas cantando cuando niños y luego recitarlas de manera memorística) solo es útil si sabemos realizar los pasos de una multiplicación y esta solo es útil realmente si la aplicamos para abordar un problema como el porcentaje de incremento al pedir un préstamo y tomar la decisión de qué banco nos conviene y en qué época del año hay menor tasa de interés. Solo recordar las tablas, solo aprender los pasos de multiplicar, por si mismos no son un aprendizaje significativo, aunque son de utilidad para llevar a cabo algo complejo de manera más funcional. La dopamina media en estos condicionamientos ciertamente, pero nuestro cerebro es mucho más complejo. En el caso de los aprendizajes descritos, tomar decisiones involucra modulación emocional: si veo una motocicleta que me gusta pido un préstamo y la compro. Si tengo desarrollada la Autoregulación, espero a tener dinero suficiente, o averiguo costos y beneficios, analizo lo del préstamo, donde pedirlo y cuando me conviene más hacerlo. Los humanos en nuestra adultez tenemos la posibilidad de haber conectado las estructuras neurales que nos capacitan para eso (auto regularnos). La motocicleta puede gustarnos a varias personas y pudiendo decidir comprarla, algunos lo hacen y otros no. Hay una base dopaminérgica en ambos casos, pero las respuestas son diferentes. ¿Por qué?

Aquí entran los Factores de Riesgo, los Factores Moduladores y los Precipitadores.

 

Vivimos en un mundo donde se procura el “enganche” la recompensa, ello a través de anuncios, imágenes, correos electrónicos, la oferta de comidas rápida alta en azúcar y grasa, y donde hasta se promueve que la aceptación de nuestra imagen corporal sea reafirmada en Instagram o simplemente el sentirnos aceptados en un determinado grupo o acompañados a través de un “like” en el muro de Facebook.

 

Eso nos mantiene en una especie de loop de repetición constante, de búsqueda de activación Dopaminérgica. El Riesgo ahí es el incremento de la frecuencia de recompensas propiciadas por los medios digitales, pero los Moduladores cumplen un papel esencial respecto de los motivos iniciales que nos llevan a involucrarnos con estos medios en busca de recompensa a falta de otras cosas en nuestras vidas que nos la generen y la ausencia de estados de estabilidad bioquímica como dosis de Oxitocina a través de interacciones familiares, amistad o amor, en resumen carencias en cuanto a Apego, en cuanto a pertenencia e identidad, y en muchos casos, un escaso sentido existencial. Sin estos, el Riesgo se incrementa y finalmente la situación se Precipita, cuando además aparecen en escena otras variables como incrementos en el Stress por dificultades económicas, enfermedad de un familiar, rompimiento de pareja, carencias en redes de apoyo social entre otras (a veces varias de tales situaciones al mismo tiempo) en los Adultos, o en el caso de Niños y Adolescentes, la exposición al “enganche Dopaminérgico” al estar cursando periodos sensibles, tales como el de como alta neuro plasticidad y organización neural en proceso en el caso de la primera infancia, o re estructuraciones de las conexiones neurales (del Conectoma) experimentadas durante la pubertad y adolescencia incrementa el Riesgo.

 

Las etapas previas a la adultez, son en las que además los procesos neurobiológicos que permiten el desarrollo de Funciones ejecutivas (capacidades para “Regularnos Emocionalmente”, es decir sentir algo emocionalmente pero procesarlo y pensar consecuencias antes de actuar, la “Memoria de Trabajo” o sea concentrarnos en algo “siguiendo el hilo” de una secuencia mientras hacemos o nos explican algo) están en curso pero aún no logramos desarrollar conexiones entre las áreas donde sentimos algo y aquellas donde reflexionamos a cerca de lo que sentimos, es decir las conexiones entre las áreas basales del cerebro (donde nos llega lo que el cuerpo siente o lo que le pasa al interactuar con otros o su medio ambiente) de las áreas superiores como la corteza pre – frontal, con la cual al conectarnos, podemos tener conductas más basadas en la reflexión y controlar más nuestra impulsividad.

 

Durante las etapas previas a la adultez, la materia blanca (sustancia que consolida estas conexiones sirviendo como una suerte de “aislante” axónico que mejora la conducción y comunicación entre las neuronas) aún está en proceso de distribución, lo que se asocia a inestabilidad entre las conexiones, conductas más caóticas e impulsivas y dificultades para poner un “freno emocional” a lo que hacemos. Si desde estas edades nos vemos expuestos constantemente al “enganche” de los medios digitales sociales, este  será mayor y más rápido que en edades adultas (etapa en que si no estuvimos expuestos a esto desde pequeños, su efecto es menor, porque ya estamos más estabilizados en cuanto a conexiones neurales y organización cerebral; somos menos neuroplásticos que un niño o un adolescente) y eso marcará un estilo de relación que “contaminará” nuestras interacciones sociales, marcando la manera en que nuestro sistema nervioso irá habituándose a relacionarse con las cosas: si estamos orientados hacia el “enganche dopaminérgico constantemente” nuestros tiempos de atención bajarán, nuestra capacidad de poder “soportar” una clase o incluso una conversación y seguir un argumento en profundidad disminuirán, las cosas se percibirán como mas aburridas, lentas y carentes de sentido (lo que perjudicará además de nuestras condiciones para estudiar) buscaremos más actividad, más rápido y con mayor frecuencia, sean estas lecturas en la red (de la que leeremos solo títulos y saltando de un tema a otro sin conexión e indignándonos a ratos con lo que leemos porque no lo entendimos), actividades motoras (haremos cosas rápido sin poner atención a detalles y cambiando de una actividad a otra … a esto le suelen decir “multitasking“ como si fuera algo positivo y en otros casos realizando actividades peligrosas “subidas de adrenalina” se dice en deportes extremos, también otras actividades no deportivas que conduzcan a lo mismo), o actividades sociales, con muy poca tolerancia a la frustración (y la frustración se dará por cosas que en otra condición neurobiológica no habría significado frustración o enojo), haremos comentarios impulsivos en la red e insultaremos a muchos, lo que interferirá con nuestras posibilidades de mantener relaciones y afectos, lo que a su vez nos hará sentirnos traicionados o solitarios, estado que a su vez profundizará más nuestra necesidad de búsqueda bioquímica con algo que “nos enganche”, en un círculo vicioso de repetición.

 

Técnicamente, esto no nos llevará a consumir “drogas o alcohol”, pero estos patrones de conducta son en si mismos un Riesgo, y si sumamos otras capas de factores como “el abandono digital” (niños pequeños a lo que se les pasa el celular para que “se entretengan solitos y no molesten”) una suerte de “negligencia oculta” donde existen graves secuelas en cuanto a la desconfiguración temprana de lo que se ha llamado “cerebro social”, es decir los circuitos neurales involucrados en reconocimiento de rostros y emociones, hacer inferencias desde los gestos y posturas corporales lo que otra persona está pensando (la “teoría de la mente”) y desarrollar empatía y apego, aquello que se genera solamente a través de interacciones directas con otros (principalmente padres y cuidadores tempranos) abrazándolos, escuchando su tono de voz mientras se observan sus gestos, aprendiendo a distinguir cuando una posición física implica una determinada emoción, etc., no a través de interacciones mediante redes sociales donde se carece de esas dimensiones directas, entonces la situación pasa a ser preocupante y eventos de menor nivel de estrés pasan a serPrecipitadores tan poderosos como el abandono real, maltrato o abuso.

Si bien muchas veces cuando experimentamos vaivenes en nuestras vidas pasamos condiciones que afectan el equilibro entre el “enganche y el des – enganche” la diferencia es cuan temprano nos vimos expuestos a Riesgo: si nuestras conexiones neurales y autoregulación ya estaban desarrolladas o no (como el caso de la exposición temprana a “Interacciones digitales” ) y si cuando nos vimos expuestos a este hubieron en nuestro entorno presencia de Factores Moduladores que nos ayudaron a encontrar efectos de “alivio al stress”, apego y sentido en nuestra vida (oportunidades de trabajo que ayudaran a superar una situación económica difícil, amistades que nos consolaron tras un rompimiento o perdida, redes de apoyo que nos ayudaron a cuidar un familiar enfermo, un profesor que nos orientó hacia una vocación que ayudó a construir nuestra identidad, si mis padres tienen un trabajo que les da tiempo para compartir en familia de manera cotidiana u otros similares) de manera que el Riesgo no pase a ser un Precipitador que nos pre condicione para no poder interactuar con situaciones que implican bajos a moderados niveles de stress, sin que estos sean para nosotros percibidos por nuestro organismo ya desregulado, como un factor Precipitador.

Hoy sabemos que inclusive si vivenciamos eventos tales como una Agresión Grave, una experiencia cercana a la muerte u otro evento traumático, por sí mismas estas experiencias no constituyen un Precipitador, sino que otras dimensiones como los Factores Moduladores ya señalados y presencia de Autoregulación emocional (si el medio ambiente social, educativo y familiar han entregado condiciones para su desarrollo) son la clave para evitar que una persona llegue a evidenciar Adicción, inclusive en casos de Pre – disposición Genética a la Ansiedad o de neurodesarrollo gestacional bajo la influencia de consumo de drogas, donde la crianza y oportunidades presentes en el Medio Social (interacciones tendientes al apego seguro) pueden regular y disminuir las respuestas ansiosas ante estímulos medio ambientales, a través de cambios epigenéticos que lleguen a silenciar la expresión de los genes asociados, disminuyendo el Riesgo y evitando que experiencias posteriores de la vida lleguen a ser  Precipitadores de la Adicción.

 

            Las redes Sociales y en general las interacciones digitales actuales constituyen un factor que hoy no podemos obviar en nuestras vidas. Está claro que han sido diseñadas para promover un “enganche” y sus efectos ya han sido estudiados. Su uso indiscriminado desde etapas tempranas constituye un Riesgo que no podemos negar. Si bien hoy en día se ha llegado a hablar de “Adicción a las Redes Sociales” el comprender que sus alcances van más allá que el “enganche” adictivo solo a ellas, sino que además su uso implica modificaciones a nivel neurobiológico respecto de cómo el organismo procesa señales de su entorno y responde a estas, resulta de suma importancia tanto para padres, como profesores y agentes sociales. Este conocimiento debería guiar nuestras políticas públicas y la creación de protocolos para su uso y de las tecnologías digitales en general. Dependiendo de la etapa del desarrollo, condiciones previas y la presencia o no de factores Moduladores en el entorno inmediato de quienes hacen uso de ellas, sus consecuencias pueden ser diferentes pero en ningún caso puede dejar de considerarse el Riesgo que implican, por lo que el permitir su uso debería pasar por una activa promoción de factores Moduladores yde la Autoregulación, como precauciones Sociales para la mantención de una sana “Homeostasis Dopaminérgica” que pueda garantizar una verdadera libertad de acción en el curso de la vida de los ciudadanos.

 

 

 

 

 

 

Fomentar la confianza y la autoestima de su hijo/a 0 (0)

Si durante la adolescencia se adoptan comportamientos de riesgo se pueden evidenciar escasas habilidades de vida y una baja autoestima.

La autoestima no puede ser transmitida por los padres y madres del mismo modo que se transmiten los ojos azules o el color de piel; la construye la niña/o, día tras día, con la ayuda de los padres y madres.
La adolescencia es una época especial en nuestras vidas. Ya no somos niños o niñas, pero aún no somos adulto/as. Es durante esta etapa crítica cuando la persona se desprende de la infancia para convertirse en otra persona. Es el periodo en el que se cuestionan los antiguos puntos de referencia en relación con la propia familia y se construyen nuevos valores.

Cuando un adolescente sufre
Este proceso natural de individualización también puede estar asociado al sufrimiento y al conflicto, y por tanto dar lugar a comportamientos especialmente arriesgados. Estos comportamientos están vinculados a la búsqueda de independencia y autonomía, pero también son una forma ambivalente de pedir ayuda. Sin embargo, debemos recordar que estos comportamientos nunca son inofensivos y que pueden tener consecuencias desastrosas.

La autoestima: un factor de protección
Los y las adolescentes que tienen comportamientos de alto riesgo suelen tener habilidades psicosociales poco desarrolladas y una baja autoestima. Estos comportamientos incluyen principalmente el abuso de sustancias, la violencia autodirigida y el comportamiento sexual de riesgo.
Por supuesto, se trata de generalidades: una buena imagen de sí mismo/a no es un escudo protector infalible contra los comportamientos de riesgo. Sin embargo, quienes tienen una buena opinión de sí mismos/as suelen tomar mejores decisiones en la vida, incluso en la adolescencia. También son más resistentes y están mejor preparados/as para afrontar las dificultades.
La autoestima se construye desde la infancia, gracias a la familia.

Fomentar la autoestima y la de los demás, desde la infancia
La autoestima no puede ser transmitida por los padres y madres del mismo modo que se transmiten los ojos azules o el color de piel; la construye la niña/o, día tras día, con la ayuda de los padres y madres. Hay un dicho que dice que una buena educación da a un niño/a raíces para crecer y alas para volar. Es cierto, un niño/a necesita los sólidos cimientos de su familia, así como la confianza en sí mismo/a para dejarla algún día, ¡quizás para empezar una nueva!
Una parte esencial de este proceso es ayudar a nuestros hijos e hijas a desarrollar su autoestima, es decir, la confianza en su capacidad para afrontar los numerosos retos de la vida y la sensación de que tienen derecho a la felicidad. Tener autoestima es tener confianza en nuestra propia valía, confianza en nuestro derecho a ser tratado/a con respeto y simpatía.

La mirada del adulto
Para que un niño o una niña desarrolle una buena imagen de sí mismo/a, es fundamental la mirada atenta y confiada de personas adultas significativas. Si tratas a tu hijo/a con respeto y amor y le aceptas tal y como es, creas un contexto que le permite interiorizar estos mensajes. Poco a poco, esto le permitirá desarrollar el sentido de su propio valor intrínseco y el de los demás.
También hay que respetar la necesidad del niño y del a niña de hacer las cosas por sí mismo/a, a veces equivocándose, porque esto forma parte del proceso de aprendizaje. Hay que evitar intervenir cada vez que tiene un problema, es incluso contraproducente. Las dificultades son inherentes al proceso y superarlas solo es esencial para su desarrollo.

La medida correcta
Fomentar una buena autoestima significa dar a tu hijo/a una visión realista de sus capacidades y su valor. Ni mucho ni poco. Tratar a tu hijo/a como la «octava maravilla del mundo» y dejarle hacer lo que quiera no le hace ningún favor.
De hecho, un exceso de autoestima puede ser tan perjudicial como lo contrario. Los problemas de violencia escolar y bullying están más relacionados a un problema de autoestima demasiada alta e irrealista que a una falta de autoestima. Ante las frustraciones vinculadas a expectativas poco realistas, las personas con una opinión demasiado elevada de sí mismas son más propensas a mostrar actitudes violentas.

¡La prevención de las adicciones y otros comportamientos de riesgo empieza en la familia!

Escuchar es amar. 0 (0)

El cuerpo cambia y esta transformación física va acompañada de cambios psicológicos a muchos niveles. Durante la adolescencia se atraviesa por un periodo de múltiples aprendizajes relacionados con su nueva libertad para actuar, ser y disfrutar de su propio cuerpo. Esta fase se caracteriza por un comportamiento exploratorio, hecho de ensayo y error, a través del cual gana experiencia y a veces se pone en peligro…

Cuidado y respeto

Para las familias, afrontar esta fase implica prepararse con mucha antelación, desde la infancia. Los niños y niñas no crecen en una burbuja, sino en un entorno social, rodeados por sus seres queridos y otras personas adultas referentes.
La base esencial para dar a tus hijos e hijas las claves para una adolescencia (relativamente) serena y una vida adulta feliz es tratarles con respeto y empatía desde una edad muy temprana, para que perciban estas cualidades como algo normal. El niño o la niña irá comprendiendo que este comportamiento respetuoso y cortés es la mejor manera de comunicarse con los demás. Más adelante, si se encuentran con un comportamiento negativo o violento, lo verán como algo inaceptable.
Por el contrario, un niño o una niña criado en un entorno violento, donde la relación con los demás se basa en la dominación, integrará este comportamiento como la única forma de comunicarse eficazmente.
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia del respeto a los niños/as, no sólo del amor que les damos. Un niño o una niña puede sentirse querido, pero al mismo tiempo sentir que sus palabras no se toman en serio: por ejemplo, sus padres, madres suelen hablar de sus defectos con otros adultos, ¡aunque él o ella esté presente!

Escuchar, la clave de la comunicación

Escuchar es una de las habilidades fundamentales de la crianza positiva. Cuando un niño o una niña se siente escuchado/a, sabe que la persona adulta se está esforzando por comprenderlo/a. Cuando tu hijo/a te hable, míralo/a y escucha lo que tiene que decir. No le cortes ni termines las frases por él o ella. No corrijas su vocabulario y no hagas nada más al mismo tiempo. Si no lo haces, el niño/a percibirá inmediatamente su falta de interés e impaciencia.

Acoger las emociones del niño y de la niña

La escucha activa es esencial en la comunicación cotidiana, pero también cuando se produce un acontecimiento «grave» desde el punto de vista del niño/a. Cuando se enfrenta a un problema que le causa estrés, frustración o ira, el problema es del niño/a, no de los padres y madres. Y es el niño/a quien debe resolverlo. Pero con la ayuda de la familia, ¡es más fácil!

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Comprender los sentimientos del niño o y de la niña

Digamos, por ejemplo, que su hijo o hija ha tenido un conflicto con su mejor amigo/a, o que acaba de obtener malos resultados en la escuela a pesar de haber trabajado mucho. A través de la escucha activa, el padre o la madre intentará comprender lo que siente el niño/a. «Graban el mensaje» y luego se lo repiten al niño/a con sus propias palabras, sin analizarlo, sin dar consejos, sin razonar. En este caso, el objetivo de la escucha activa es ayudar al niño/a con el fin que desarrollen su pensamiento para que pueda identificar la emoción negativa y superarla.

Por último, la escucha activa permite establecer vínculos cálidos y empáticos dentro de la familia. El niño/a se siente comprendido y escuchado, mientras que la familia se siente más cerca de su hijo o hija. Más adelante, esta comunicación será muy útil para afrontar los momentos difíciles (si se producen)

¡La prevención de las adicciones y otros comportamientos de riesgo empieza en la familia!

 

Tecnología y comunicación. 0 (0)

La educación a las nuevas tecnologías debe hacerse desde la infancia, con la participación de la familia y la escuela

Hoy en día, parece a menudo que nuestros hijos e hijas, y especialmente nuestros adolescentes, utilizan las nuevas tecnologías e Internet durante la mayor parte del día. Se sienten bastante cómodos con sus teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores, Chromebooks y otros objetos conectados, ya sea en casa, fuera de ella o en la escuela – de hecho, la tecnología se ha convertido en una parte integral de la educación.

Como padres y madres, no siempre somos especialistas y podemos sentirnos rápidamente perdidos, especialmente cuando nuestros hijos e hijas utilizan una jerga tecnológica que a veces nos resulta totalmente extraña.

Buen o mal uso… ¿Quién decide dónde está el límite?

Es difícil trazar la línea que separa el uso normal y saludable de la tecnología y el uso problemático, por no hablar de la adicción. Se ha dicho un millón de veces y es cierto, las nuevas tecnologías son una enorme fuente de progreso: mejor comunicación, ahorro de tiempo, eficacia, apertura al mundo, creación de vínculos sociales, lugares de intercambio, fuente de información casi ilimitada, herramienta democrática de libre expresión, etc.

Pero toda medalla tiene su reverso y las herramientas tecnológicas también pueden convertirse en una fuente de sufrimiento cuando pasamos de lo razonable a lo excesivo, y luego de lo excesivo a la adicción.

Hablamos de un uso problemático de la tecnología cuando se convierte en el foco principal del adolescente, que vive sólo para ella, excluyendo todo lo demás.

Pérdida de control

Es importante entender que el problema no es el tiempo que se pasa frente a las pantallas (aunque es necesario que un padre o una madre lo controle), sino la pérdida de control. Incluso si tu hijo/a adolescente utiliza su afición favorita a diario – por ejemplo, los videojuegos – cuando no interfiere con sus otras actividades, no es realmente un problema.

Sin embargo, si se pasa días y noches jugando a los videojuegos, se convierte en algo excesivo que puede llevar a la pérdida de control y a la adicción, con consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Para evitarlo, la educación en nuevas tecnologías debe comenzar en la infancia, con la participación de la familia y la escuela.

Los nativos digitales también necesitan orientación

Se suele decir que los niños, niñas y adolescentes son «nativos digitales». Es cierto, han nacido y crecido con las nuevas tecnologías, es un hecho. Pero eso no les convierte necesariamente en expertos o expertas en el mejor uso de estas tecnologías. Incluso los adolescentes que se sienten especialmente cómodos con las últimas aplicaciones o teléfonos inteligentes necesitan la orientación y el asesoramiento de los padres y madres para utilizar estas herramientas de forma saludable, segura y gratificante.

¿Y si no entendemos nada de las tecnologías?

No todas las familias son expertas en tecnología. No todos estamos familiarizados con las últimas aplicaciones de moda, y para algunos de nosotros, las palabras TikTok, Reels o Triller no tienen sentido. Sin embargo, independientemente de su nivel de habilidades o conocimientos técnicos, las familias juegan un papel esencial en la enseñanza del uso adecuado de la tecnología desde la primera infancia.

Según el consenso médico actual, las pantallas deberían prohibirse antes de los tres años. A partir de ahí, las tecnologías deben integrarse con un enfoque educativo (control de contenidos, horarios, etc.), evitando a toda costa utilizar el televisor o la tableta como una cuidadora virtual.

Educación en medios de comunicación

A medida que los niños y las niñas crecen y se convierten en adolescentes, su uso adecuado de la tecnología dependerá en primer lugar de una buena alfabetización mediática, es decir, de su capacidad de identificar los diferentes tipos de medios de comunicación y de entender los mensajes que transmiten; en una época en la que proliferan las noticias falsas y las teorías conspirativas, esta es una habilidad esencial.

Además, las personas adultas deben enseñar a los y las adolescentes a protegerse en Internet (privacidad, anonimato, etc.) y a utilizar la tecnología de forma segura, evitando algunos de los riesgos del mundo online, como:

Ciberacoso: cuando las personas utilizan la tecnología para acosar, humillar o avergonzar a una persona concreta,
Trolling: un troll es un individuo cuyo comportamiento pretende provocar una controversia o un conflicto que puede causar un malestar importante,
Aislamiento: pasar demasiado tiempo en línea significa pasar demasiado tiempo alejado de la familia y de las amistades y puede provocar otros problemas de comportamiento,
Contenidos inapropiados: a destacar, dichos contenidos pueden representar a sus hijos/as o amistades en un intento de humillación,
Relaciones inapropiadas: Internet puede ser un coto de caza para algunos individuos cuyo objetivo es establecer relaciones inapropiadas con la juventud.

¡La prevención de las adicciones y otros comportamientos de riesgo empieza en la familia!

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