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Generalmente se suele pensar que el consumo de drogas es un problema pues conlleva problemas sociales, laborales, económicos, familiares, etc. Es usual que las personas consideren que aunque hacen uso de sustancias de manera regular, no presentan una dependencia cuando en sus vidas mantienen cierto nivel de funcionamiento y rendimiento en estos mismos ámbitos. Igualmente, es usual que busquen tratamiento justamente cuando a causa del uso de sustancias pierden sus trabajos, sus parejas, sus familias, su estabilidad económica, su rendimiento laboral, etc. Sin embargo, quienes trabajamos en el campo de las adicciones nos damos cuenta que esta consulta tiende a ser en general bastante tardía, es decir, se acude por ayuda para abandonar el consumo una vez que se ha instalado una dependencia severa, de alta magnitud. La realidad clínica entonces nos muestra que en general los sujetos buscan ayuda tras un largo camino de consumo, sin darse cuenta tanto ellos como sus cercanos del problema de adicción que se ha instalado en sus vidas.

Entonces, ¿cómo darnos cuenta que existe un problema de consumo antes que se llegue a una dependencia de alta severidad, antes que el sujeto que hace uso de sustancias, viva tanto deterioro y genere tantas pérdidas?.

El consumo de sustancias es problemático no sólo por los efectos bioquímicos que la sustancia genera a nivel del organismo, aunque éstos sean de suma relevancia tanto en el desarrollo de la dependencia física como en el deterioro psicofísico del sujeto. El uso de drogas es problemático para el sujeto pues, antes que se instale la dependencia física, se instala una relación peculiar y particular entre el sujeto y la sustancia que consume.

El sujeto que desarrolla una adicción encuentra en el uso de la sustancia un efecto especial. Por una parte, ésta permite primeramente un alivio a nivel emocional. Generalmente permite en el comienzo del uso de la sustancia superar ciertas inhibiciones, superar ciertas inseguridades, permitiendo al sujeto sentir un encuentro más armónico tanto con los otros como consigo mismo. El uso de la droga permite, generalmente, el desarrollo de un espacio representacional, mental y emocional, donde el sujeto siente que lo que desea en lo más íntimo de su ser puede fácilmente coincidir con los elementos de la realidad que generalmente se oponen a ello.  Por ejemplo, si una persona vive el abandono por parte de su pareja y sufre por aquello, bajo los efectos del alcohol siente que ya no es “tan importante” ese dolor, que “esta pareja no vale la pena”, etc. accediendo rápidamente a un estado mental y emocional esperado y deseado, es decir, al término del duelo. Lo que yo deseo, gracias al uso de la sustancia, se vuelve una realidad en segundos y ese es el efecto seductor del uso de la sustancia.

La dependencia se instala entonces pues el sujeto busca una y otra vez este espacio de realización de sus deseos sin mayores costos, sin contratiempos, perdiendo progresivamente la capacidad de buscar en la realidad la realización de los mismos. En otras palabras, encuentra un refugio en la fantasía, que se instala como tal pues afectivamente tiene un impacto tan importante como el impacto real. El mismo sujeto del ejemplo anterior, aquel que pierde a su pareja, mientras ingiere alcohol no piensa: “ésto es como si ya la hubiese olvidado”, sino que termina sintiendo “¡yo en realidad ya la olvidé, ya no me importa, no siento pena o dolor!”. He ahí la trampa y el poder de las drogas.

La abstinencia se torna dolorosa entonces no sólo por los síntomas físicos que van apareciendo producto del uso reiterado de la sustancia, sino que también porque enfrenta a la persona con la triste realidad. Esa realidad donde sus deseos no están realizados, donde todo lo que ha sentido como resuelto retorna como algo en realidad jamás realizado. El adicto huye de la realidad pues esta se torna dolorosa afectivamente para él. En la vida sin drogas, no puede seguir siendo el sujeto de sus fantasías, aquel que carece de problemas.

Si con una sustancia me alivio de las presiones de la vida de forma recurrente, debo saber que tengo un problema de consumo de sustancias, aunque aún no presente pérdidas significativas o síntomas médicos de abstinencia física. Las pérdidas en el ámbito social, económico, laboral y familiar son consecuencias justamente de este refugio mental y emocional que el sujeto encuentra mediante el uso de la sustancia, y es aquello la causa de su uso reiterado en el tiempo.

Patricia Romero Zúñiga  

Psicóloga Clínica

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