Compartimos esta interesante entrevista, realizada a Aurora (nombre ficticio), residente en el centro de menores de Zandueta en España (centro residencial de Dianova España, nuestra casa madre)
Como muchos/as adolescentes, empezó con el tabaco, antes de pasar al cannabis y a drogas más peligrosas. Hoy en día, puede hacer un repaso lúcido de su vida e imaginar un futuro mejor.
¡Su testimonio representa un ejemplo y una verdadera esperanza para todos los jóvenes que luchan contra los problemas de conducta y las adicciones!
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“He podido salir de mi cárcel mental”
“Aquí, te espabilas, abres horizontes mentales, ves que vales para algo más, que puedes estar sin consumir drogas”
Aurora[1] es una joven usuaria del centro de menores de Dianova España (Zandueta, Navarra). Desde los once años, ha estado consumiendo drogas. Como muchos jóvenes, empezó con los cigarrillos, antes de pasar al cannabis y luego probar sustancias más peligrosas. Siguió por este camino, hasta que sus relaciones sociales se deterioraron, hasta que se perdió a sí misma. Sin embargo, hoy, gracias al programa de Dianova, puede hacer un repaso lúcido de su vida de antes e imaginar un futuro mejor.
¿Cuándo comienzas a consumir drogas?
La primera vez que fumé un cigarro fue a los 11 años, ahí comencé a fumar tabaco, aunque no sabía fumar, no me tragaba el humo. El verano de los 13 años probé el hachís y la sensación me gusto, fue chachi. Poco después llegaron las pastillas. Con 14 años, mi amiga y yo nos informamos por internet y por las redes sociales de qué pastillas nos interesaban.
Conseguimos encontrar a una persona que hacia este tipo de negocios. Quedamos en una fiesta en la discoteca, y por 15 euros nos dio dos pastillas. En esos momentos yo mentí a mi madre, le pedí dinero para unos leggins.
Llegue a casa sin ellos y mi madre me pregunto que había hecho con el dinero y mentí diciéndole que me lo había gastado en comprar juegos. Aquel día consumí media pastilla de éxtasis mezclado con LSD. Nunca había probado ninguna de esas drogas. Los efectos duraron entre cuatro y seis horas intensas, en constante movimiento, eufórica.
A raíz de esto el consumo de porros diario se convirtió en mi rutina, fui perdiendo el miedo a otros tipos de drogas como la cocaína. La cocaína llega a mis manos en casa de un amigo en la que se estaba consumiendo. Se me ofreció y yo accedí a probarla y es ahí cuando le pille el gustillo.
¿Qué riesgos veías a tu alrededor en estos contextos de consumo?
Muchos riesgos, en la discoteca siempre había mucha gente. Podrían haberme echado algo en el vaso, podría no ser consciente de que me estoy pasando, es decir, que no tenía limite.
Seguir consumiendo a pesar de sentirme demasiado colocada. Seguir y seguir hasta perder el total control de mí misma. Es un gran riesgo al que me exponía, en ese caso me daba igual qué hacer y con quién. Pierdes la capacidad de conciencia y te crees capaz de todo.
Dentro del ciego, son cosas que te apetecen hacer y que justificarías sin problema. Entras en una cárcel mental que, aunque sepas que te lo pasaste bien no te sientes bien. Te arrepientes de cosas que has hecho cuando te olvidas de los límites. Pero fuera de él, son cosas que te avergüenzan y de las que te puedes arrepentir y martirizar por ellas. Si tienes una mente más débil o tendencia a la depresión, estas resacas agravan y empeoran la salud mental.
¿Y a nivel de tu familia y relaciones?
Otro problema es el alejamiento familiar. La relación empeora, haces daño a tus padres, a la gente que te quiere. Llegaba desaliñada a casa, despeinada, parecía una zombi y eso mis padres los veían. Si llegaba aun piripi a casa tenía grandes discusiones, gritaba, tiraba y rompía cosas. Tengo la puerta completamente rota de mi cuarto, mis padres han quitado todos los picaportes de la casa porque con ellos me autolesionaba.
El consumo deterioró mi físico, no reconocía a la persona que miraba en el espejo. Me abandoné, me daba igual yo misma, no me quería cuidar. Como no me veía bien me rechazaba. Te cansas mucho más al estar drogada, desprendes mucha adrenalina, luego te duele todo el cuerpo.
Pierdes muchos hábitos, rompes todas las rutinas de alimentación, del sueño, la escuela. Dejas de ir a la escuela. Abandonas, fracasas. Te alejas de todos tus amigos y creas relaciones con otros amigos los drogoamigos. Si tienes amigos de verdad te dirán que no te drogues, pero al final se alejan de tí o incluso se cansan. Yo insistía constantemente a una amiga “vamos a pillar, vamos a pillar” al final se cansan de tí.
¿Cómo te sientes en el programa de Zandueta?
Al principio te sientes muy mal y sufres el mono, pero vas mejorando poco a poco. Ahora me siento bien, siento que soy yo misma. Me estoy conociendo y aprovechando a mí misma. Empezar el día siendo yo y terminarlo siendo yo sin estar bajo los efectos de los porros es una sensación enriquecedora.
Mantener mi mente activa en un estado positivo, sin las drogas no estas dentro de ese bucle depresivo y negativo, con ideas de autolesiones y críticas a mi persona y a mi vida constantemente.
Puedes tener un día malo, una semana mala, un mes malo por X motivos como cualquier persona, pero esto no se convierte en la visión general de tu propia vida. Puedes estar durante mucho tiempo muy bien, puedes despertarte una mañana contenta, sin motivo, acostarte contenta, pasar el día contenta. Despertarte y sentir que has dormido bien y descansado bien.
He conseguido dejar el consumo ya qué al salir de mi entorno, ir a Zandueta, fue de gran ayuda. Me siento muy orgullosa de mí misma porque me he conocido sin el consumo y valoro ahora poder estar con mi gente sin esta necesidad, poder dormir en mi cama sabiendo que he pasado el día sin consumir.
Sabía que necesitaba poner un freno en mi vida y mis adicciones, aquí en Zandueta me ha sido posible. Me he alejado de las drogas. Me he alejado de amistades tóxicas, éstos no se han preocupado de que tal estoy y he perdido el contacto con esas personas.
Me siento muy contenta de salir de mi propia cárcel mental. Me siento libre, manejo mi mente y no la maneja el consumo. Esto me llena de orgullo. Puedo vivir sin consumir y puedo decidir yo y no las drogas.
¿Qué aspectos físicos y psicológicos ves que cambian en el programa?
Cuando dejas el consumo tiendes a engordar, pero aquí no tenemos acceso a la despensa, cosa que es un punto a favor, porque no podemos coger la comida que queramos.
Hay planes de deporte, se puede ir al gimnasio a la piscina, a andar por el monte… Gestionar nuestra ansiedad con deporte y hábitos saludables en vez de comer.
Después se te van quitando las ojeras yo tenía muchas ojeras y ya casi no tengo, sonríes más, tienes más brillo en la cara, ahora puedo mirarme al espejo y reconocerme.
Hablando de los aspectos psicológicos, yo cuando llegue aquí estaba todo el día empanada, no quería saber nada de nadie, mirando a un punto fijo sin pensar nada… Aquí, te espabilas, abres horizontes mentales, ves que vales para algo más, que puedes estar sin consumir.
Las actividades programadas por el centro, aulas, ocio… te sirven para ver que puedes hacer cosas sin consumir. Yo ahora vuelvo a reír. El programa también ayuda y enseña a trabajar la relación familiar, ahora valoro mucho más a mi familia, y para mí la relación familiar es un apoyo muy importante para mi programa. Yo les necesito a mi lado. Que inviertan tiempo en mí. Puede que haya perdido amistades, pero a la familia siempre la tendré aquí.
Desde el centro también me están orientado para buscar algo que me guste ser en un futuro, poder obtener un título de algo, y nos ayudan en las formaciones laborales y académicas y en nuestros planes de futuro.
En el centro estoy bien, estoy muy contenta con mi trabajo y orgullosa. Esto se lo agradezco mucho a los educadores, me siento bien atendida, escuchada, arropada y acompañada por ellos. Aquí he podido encontrarme y conocerme, sé que el equipo hace lo que puede o lo intenta. Se dan muchas oportunidades y eso a los adolescentes nos ayuda. Veo que les gusta el trabajo que hacen y esto me da esperanzas.