El especialista chileno, el primer latinoamericano en recibir el prestigioso premio Klerman -que reconoce el trabajo en torno a los trastornos del ánimo-, precisa que, pese a ser necesario, retroceder al Paso 2 en la Región Metropolitana es también un paso atrás para el bienestar emocional.
Pese a que la disponibilidad de vacunas que ayuden a controlar la actual pandemia de coronavirus en el planeta parece estar cada vez más cerca, esto no va a ser suficiente para detener la pandemia de problemas de salud mental que se avecina. “El cambio que hemos vivido es tremendo y tendrá, lamentablemente, un efecto catastrófico”.
Así lo anticipa el psiquiatra chileno Paul Vöhringer. Una opinión con la que concuerdan expertos a nivel mundial pero que en palabras de este especialista y académico de la Clínica Psiquiátrica y de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, cobra relevancia. Su trayectoria profesional está ligada a investigar las causas, el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos del ánimo.
Las mismas razones que lo hicieron ganador del Premio Gerald L. Klerman Investigador Joven 2020. Se trata de un prestigioso reconocimiento internacional en el campo de la salud mental y que es entregado anualmente, desde 1989, por el Consejo Asesor Científico de la Depression and Bipolar Support Alliance (DBSA). Esta es, además, la primera vez que la organización, que promueve y destaca el trabajo con pacientes y sus familias, entrega este galardón a un latinoamericano.
“Este es un reconocimiento no solo a mí, sino que a la psiquiatría chilena. La calidad de la investigación que se hace aquí está a la par con la de países desarrollados y es un trabajo colaborativo que involucra a muchas personas”, reconoce Vöhringer, quien también es investigador adjunto del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap), y director médico de Psicomédica.
Además, a nivel internacional, es profesor asistente de la U. de Tufts, investigador asociado del Massachusetts General Hospital de la U. de Harvard y director ejecutivo de la Red International de Trastornos del Ánimo (IMN), de la cual es uno de sus fundadores.
Por culpa de la pandemia no pudo viajar a recibir en persona el premio a Chicago. Y por culpa de la pandemia, hoy está preocupado por su impacto en la población. “A todos nos ha afectado de una u otra manera. Las cifras de problemas de salud mental a nivel poblacional han aumentado, en trastornos ansiosos, depresivos, consumo de sustancias… Personas que nunca tuvieron síntomas, los comenzaron a tener, y aquellas que estaban estables con tratamiento, se desestabilizaron”, advierte.
Prejuicios
A nivel local, este impacto será mayor pues Chile ya presentaba altos índices de trastornos del ánimo y, en el país, los prejuicios y estigmas hacia estos problemas siguen estando presentes, asegura. “Esa es una de las causas por las que tenemos estos malos índices; la gente no consulta por temor al qué dirán, que la miren feo o la cuestionen”.
Eso choca, además, con la poca cobertura existente, lamenta Vöhringer. “Las patologías neuropsiquiátricas son la primera causa de pérdida de productividad, de ausentismo laboral y licencias. A pesar de eso, del presupuesto total en salud, solo el 2,4% va a salud mental. En los países OCDE, el promedio es de 5% a 7%; en Canadá llega al 18%”.
En el GES, apenas el 1,8% del dinero se destina a salud mental y solo incluye cinco patologías relacionadas (entre ellas, depresión y trastorno bipolar).
Por eso, junto a sus colegas de la U. de Chile están promoviendo la paridad de cobertura entre trastornos mentales y de otro tipo. “Así ocurre en países como EE.UU.; pero acá, por ejemplo si la cobertura para problemas de salud en general es de 75%, para los de salud mental es de 25%. En Chile existe una discriminación hacia la salud mental”.
“Las cifras de problemas de salud mental han aumentado. Personas que nunca tuvieron síntomas, los comenzaron a tener, y aquellas que estaban estables con tratamiento, se desestabilizaron”. PAUL VÖHRINGER PSIQUIATRA U. DE CHILE.
Retroceso
El anuncio de ayer del Ministerio de Salud, de hacer retroceder a toda la Región Metropolitana al Paso 2 (que implica cuarentenas los fines de semana) a partir de este jueves, aunque necesario desde el punto de vista epidemiológico, “es un balde de agua fría” para la salud mental de la población, precisa Vöhringer. “Significa reexperimentar emociones que ya se vivieron hace unos meses, como la ansiedad, la incertidumbre, y el temor al contagio y a volver a estar encerrados. La gente volverá a dormir mal”.
Erróneamente, “las personas se habían hecho la idea de que estábamos saliendo de la pandemia y se comenzaron a relajar. Y de pronto (con este anuncio), todos los planes para fin de año y vacaciones quedan en veremos”.
Es ahora, enfatiza el experto, que para minimizar el impacto, recomendaciones como mantener rutinas, el contacto social virtual, actividades que relajen y, sobre todo, las medidas de prevención de contagio, toman fuerza nuevamente.
Fuente: El Mercurio, Chile 10 de diciembre de 2020